De Llanes a Ribadesella: secretos del litoral asturiano

2021-11-16 11:24:58 By : Mr. Steven Chen

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Desde la ría de Tinamayor hasta Ribadesella, la costa llanisca despliega un extraordinario litoral de playas y pueblos pesqueros. Un universo playera con más de 30 playas para ir saltando en traje de baño muy diferente al resto del litoral asturiano. La roca calcárea es la marca geológica de este ADN único que se despliega en una variedad de arcos, bufones, puentes, playas escondidas y acantilados cortados. Son 56 kilómetros de costa y, sin embargo, podrían durar toda la vida. Ya se sabe, el tiempo es relativo, y más cuando en el paisaje aparecen playas como las de Llanes.

De herencia medieval, Llanes es playa, patrimonio y calles: estos son los argumentos que han hecho de la ciudad y del concejo uno de los polos turísticos de Asturias. Por supuesto, la ciudad huele a mar por los cuatro lados. La mejor forma de comprobarlo es acudir a la subasta de pescado de la Lonja. Es en la rula donde se concentra la cofradía de pescadores, donde aún se despliega toda la actividad diaria de la pesca de bajura: puro recuerdo en acción. Memoria ancestral e histórica, como la que dio en 2001 el pintor vasco Agustín Ibarrola cuando pintó los bloques de hormigón en el rompeolas del dique del puerto. Este tipo de rompecabezas de la memoria se ha convertido en uno de los enclaves más fotografiados del concejo. 

Conviene dosificar un poco las ganas de playa y visitar primero el mirador de La Boriza, uno de los más espectaculares del Cantábrico. Se abre como un balcón natural para contemplar los pastos y olivos silvestres que ocupan la llanura y el mar. Desde arriba, Ballota y Andrín parecen dos bancos de arena gemelos. No es de extrañar que Gonzalo Suárez aproveche este lugar como cinéfilo para rodar algunas escenas de Remando al viento (1988). Andrín's es famoso entre los surfistas que buscan buenas olas. Por otro lado, la playa de Ballota es la hermana tranquila, tiene poco oleaje y arena fina que es muy agradable para caminar.

Es una playa. Tiene oleaje, mar salado y se ve afectado por la marea, pero sin horizonte de mar. Es el producto vivo de la costa caliza del concejo. Esta pequeña playa (de apenas 50 metros de largo) que aparece como un tesoro después de caminar por la pradera es el resultado del colapso de parte del acantilado, formando un hueco de arena blanca hasta el que el mar Cantábrico se filtra bajo tierra. Por su singularidad está catalogado como Monumento Nacional. A veces la realidad parece más fantasiosa, Gulpiyuri es la prueba.

Un inmenso prado que quisiera convertirse en playa, así es este arenal que enamoró la mirada cinéfila de José Luis Garci al rodar El Abuelo, basada en una novela de Galdós y que recibió varios premios Goya en su día. No es casualidad que en la costa asturiana muchos otros directores se hayan inspirado para las escenas más memorables de sus películas. La playa de Torimbia está enclavada en medio de un paisaje escénico con un acantilado desde el que, según la época del año, se pueden ver caer manantiales. Lo salvaje del entorno fue lo que la convirtió en un referente del nudismo en Asturias, aunque a día de hoy, el efecto llamada de Instagram lo ha llenado de más textiles. En cualquier caso, no es como en los años 60 cuando bañarse en pelotas era un deporte de riesgo y ambos bañistas conviven hoy en armonía.

La playa es una oda a la vida, por lo que detenerse en un cementerio en esta ruta puede parecer una contradicción. Sin embargo, el cementerio de Niembru es de tal belleza que se puede disfrutar sin tristeza. Asimismo, en el mejor de los casos, solo se nota cierta melancolía. Mejor ir con marea alta, cuando la subida del mar convierte el cementerio casi en una isla y se refleja en las tranquilas aguas de la ría junto a la iglesia encalada de Nuestra Señora de los Dolores y las barcas mecidas por el paso del tiempo.

Junto a la desembocadura del río Vallina, la playa tiene forma de embudo por lo que, como si de un truco de magia se tratase, no se ve el horizonte del mar. Especialmente durante la marea baja cuando la playa se vuelve más extensa. Es una excepción en la costa brava de la llanura, con su bonita forma de cala y rodeada de prados, el mar se convierte casi en una piscina, un regalo para los más pequeños que hace el Cantábrico o quizás el regalo es para los mayores, que puedan disfrutar del día de playa sin sobresaltos. Enfrente, pequeños acantilados e islotes salpican la costa. Junto a la playa de Poo, siguiendo el camino sobre los acantilados, las salvajes playas de Almenada, Portillu y San Martín.

Enclavado en la desembocadura del río Ereba, destaca por el espectáculo de las diez cavidades que lo rodean. Con el paso del tiempo, el mar y el viento han ido dando formas pintorescas a las rocas del lugar. Esto, sumado a la vegetación circundante, la convirtió en un área protegida. El arenal de 125 metros de largo tiene forma triangular y en los meses de verano suele estar lleno de una importante afluencia de bañistas. Mejor llegar con marea baja, cuando el mar Cantábrico se retira y sus olas permiten disfrutar de esta maravilla natural.

En el horizonte se dibujan las líneas de los acantilados como si se tratara de un gran animal mitológico. Quizás, ver los grandes chorros de vapor de agua que se disparan veinte metros hacia arriba, te haga pensar en una especie de ballena prehistórica. Son los bufones de Pría, un fenómeno natural con el que parece respirar el mar Cantábrico. Ocurre cuando hay fuerte oleaje y el mar filtra el sonido a través de las chimeneas erosionadas y grietas, por lo que se convierte en un consuelo para cuando el mal tiempo no deja oportunidad de disfrutar de las playas de Llanes. Para disfrutar de este paisaje sonoro hay que seguir el camino que parte de la vecina playa de Guadamía, límite entre los concejos de Llanes y Ribadesella, hasta la cima de los bufones.

Los macizos tapizados de verdes prados, el mar Cantábrico y la ría del Sella son los tres elementos geográficos que definen Ribadesella. La playa de Santa Marina resume la excelencia del concejo: es urbana en esencia, con casonas indias en el paseo marítimo, y es natural, junto al monte Cordero y al río Sella. Perfecto para disfrutar lo mejor de un día de playa y lo mejor de la ciudad; Pero los primeros aristócratas que vinieron aquí en busca de los beneficios de los baños de agua ya lo sabían. La ermita renacentista de la Virgen de Guía da la bienvenida a la patrona de los marineros, no hay mejor mirador para despedirse de esta ruta de playa entre Llanes y Ribadesella.

Una ruta que va más allá de los sabores del Principado: es todo un viaje a las peculiaridades de cada concejo.

A lo largo de sus casi 800 kilómetros de costa encontramos las calas salvajes de aguas turquesas de la Costa Brava, las grandes playas de arena de la Costa Daurada o las playas escondidas a tan solo media hora de Barcelona.

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