El León de El Español Publicaciones S.A.
El escenario se convirtió en un bar. Amparo GarcÃa
Casi media hora más tarde de lo previsto -como las grandes estrellas, se hizo esperar-, cae el telón azul que cubre el escenario del Festival Starlite que, nada más apagar las luces, se convierte más bien en la taberna Starlite. Mesas redondas, luz tenue, botellas de wiski, anÃs del mono y champán y alguna planta de decoración. No falta detalle.
Todas las entradas estaban vendidas para el concierto de C. Tangana la noche del lunes en Marbella, pero es que sobre las tablas tampoco cabÃa un alfiler. La Húngara, El Bola, El Niño de Elche, Yeray Cortés, Juan Carmona, sus sobrinas y una enorme orquesta... El Madrileño -asà se hace llamar C. Tangana en esta nueva era musical- estaba en Marbella por tercera vez este verano.
Tras interpretar Still rapping, el primer tema de la noche, Tangana se acerca a uno de los camareros de su bar para pedir "un trago para Marbella". Estamos en familia, estamos en la taberna. Hay quien se quita los tacones para estar más cómoda bailando, quien se abraza a su amigo para celebrar que un dÃa más están vivos y quien, como Tangana, bebe sin parar de esa copa de alcohol para ahogar las penas o la rutina.
Tangana, mirando a las cámaras. Amparo GarcÃa
Pucho, recuperado de su lesión -la última vez que cantó en Starlite sufrÃa cojera y tuvo que usar un bastón- pisa fuerte el escenario, como dirÃa Sanz, para proseguir un concierto in crescendo con Ateo, sin duda la más coreada de todo el espectáculo, donde, por cierto, es imposible no quitar ojo a una pantalla de dieciséis novenos que se sitúa sobre el grupo de artistas y donde se puede disfrutar de una pelÃcula en directo.
Todo está medido. Los cámaras tienen una coreografÃa más marcada que la del protagonista de un ballet clásico. No se olvidan del guiño de Puchito, captan al detalle el abrazo de Pucho y su camarero medio borracho y encandilan grabando las miradas infinitas de la Húngara, con enormes pestañas.
No es un concierto, es una pelÃcula en plano secuencia, un musical digno de estar en los mejores teatros, con sus diálogos cómicos incluidos y con un sonido impoluto. Antón ha sabido rodearse bien para dar ese toque de impresionismo, de verdad, de realidad, puesto que como indica el nombre de su gira, él ni canta ni afina demasiado. No le hace falta.
La enorme pantalla del espectáculo. Amparo GarcÃa
El público se lo gozó con temas como Comerte entera o Párteme la cara, pero los malagueños se vinieron arriba en el momento en el que la espectacular banda de cuerdas y viento interpretó la intro -marcha procesional- de Demasiadas Mujeres. Hay quien se emocionó más que viendo cruzar al Cautivo el Puente de la Aurora. La música cofrade tiene esa magia que Antón ha sabido valorar -en varias ocasiones del concierto se escuchan redobles habituales en procesiones- y que da un plus impresionante al show por el contraste que provoca con la base techno de muchos de sus temas.
Pero el pico del 'Qué bien me lo estoy pasando' llegó cuando la cuadrilla de Tangana se dispone en formación alrededor de una mesa como los doce apóstoles en la última cena con Jesús. Llegaba la hora del Tiny Desk, o lo que viene siendo una reunión flamenca a gusto con familia y amigos, uno de los momentos donde escuchamos a Sonia -La Húngara- y a El Bola más brillantes aún, asà como la guitarra de Yeray, de padre malagueño. Pocos pudieron resistirse a quedarse sentados con Los tontos, Ingobernable o Me maten, asà como Mala Malita Mala de La Húngara o No estamos locos, de Ketama.
Es digno de mención lo que ha conseguido C. Tangana, más allá de los sold outs. Un auditorio repleto de veinteañeros gritaba el tema de Ketama como el mismÃsimo número 1 actual de Sporify, al igual que el Noches de Bohemia de Navajita Plateá o el Corazón PartÃo de Alejandro Sanz. Los milenials son cada vez más nostálgicos y melancólicos por tipos como él, que además ha conseguido relanzar carreras como la de Sonia o Juan Carmona a los mejores escenarios de España -el cÃrculo personal de alguien dice mucho de él y Antón no ha sido precisamente tonto para elegir su compañÃa esta gira, hago hincapié en ello-.
Tangana, en la mesa. Amparo GarcÃa
Durante el concierto habÃa quien opinaba -incluida servidora- que poco queda de aquel Tangana que en principio fue Crema. Irreconocible, dejando de lado el chándal para optar por el traje, mocasines y medallas de oro en cada bolo -collar de perlas en este caso-, el artista dejó para el último tiempo TranquilÃsimo, que interpretó sobre la mesa en la que se reunieron antes.
Tras reventar Starlite, su camarero le reprocha que ya no es el mismo y que con TranquilÃsimo "ha pegado un bajón". Es por ello que, a continuación, le pide que ponga "un temazo" para que los primeros acordes de Llorando en la limo rompieran el silencio del auditorio. Es en este tema donde vimos al Antón más gamberro en el interior de un bar donde se generan peleas y donde se baila 'muy loco'.
Después de pegar varios tragos a la botella de lo que parecÃa wiski o ron a palo seco desde la fila 20, tenÃa que llegarle el momento de la bajona, como al resto de los mortales. Del éxtasis de Llorando en la limo, Pucho dio paso a otras canciones clásicas como No estoy... "Cómo quieres que te quiera si no estás aquÃ..." y remató el bloque, como si fuese una simple casualidad, pasando por Tú me dejaste de querer y rematando con Antes de morirme, el tema que lanzó con una RosalÃa que aún no era una motomami sino su pareja sentimental.
Pucho, en un momento del espectáculo. Amparo GarcÃa
Como el borracho de mirada perdida que cierra a las seis el bar, Tangana concluye el concierto con Un veneno. "Es un veneno cruel y violento, que estáis alimentando, que va a hacer que me mate, mientras todos seguÃs ahà mirando", le dedicaba Antón al público para, posteriormente poner el broche a la fiesta descorchando una botella de champán a duras penas y brindando con el resto del equipo. Mientras tanto, en pantalla se lee un añejo The End como punto final del filme en plano secuencia.
El Tangana que llegó al escenario pequeño de Starlite en 2018 soñando con pisar algún dÃa el auditorio de la hermosa Cantera de Nagüeles, como un artista reputado, puede decir con orgullo que tras tres fechas en un verano de vuelta a La alegrÃa de vivir -que también sonó en un momento del concierto-, ha hecho historia con el mejor espectáculo en directo del año.
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